Insistir, persistir y no desistir

Hoy, 7 de septiembre he vuelto a pasar por quirófano. Es la tercera vez en año y medio que lo hago,  y nunca había tenido tantas ganas de que llegara el día de la operación. Este último mes lo he pasado mal, muy mal, la verdad... si me sentaba, al levantarme la rodilla se me quedaba bloqueada (en el ángulo en el que la tenía estando sentada); si dormía, al despertarme tardaba una hora (aprox.) en poder andar sin hacerlo arrastrando la pierna; si estaba mucho rato de pie me terminaba doliendo la pierna ·"buena", ya que era la que aguantaba todo el peso; para bajar las escaleras lo tenía que hacer a la pata coja e, incluso, con el simple hecho de andar veía las estrellas. Vamos, un calvario al que, por suerte, parece que ya le he puesto un punto y a parte.

He pasado unas semanas bastante agobiada ante la incertidumbre de lo que pudiera ser. De hecho, segundos antes de la operación los médicos seguían sin tener claro qué tenía, pero yo ya estaba ahí, tumbada en la camilla, impaciente para que terminara toda esta pesadilla. La operación ha empezado una hora más tarde de lo previsto, y durante todo ese tiempo no sabes lo que me han llegado a sudar las palmas de la mano... ¡una pasada! Nervios, nervios y más nervios... Finalmente me han pasado a quirófano, me han sedado y ha empezado la operación. Durante los 55 minutos que ha durado, he dormido unos 50, así que no me he dado cuenta de nada; sólo deseaba que "me arreglaran" de una vez por todas.

Al finalizar la intervención los doctores me han contado que han tenido que cortar un trozo de fémur, a parte de quitar muchas adherencias. Aunque he de decir que entre que iba medio sedada y lo extraño que me ha sonado, he subido a la habitación sin tener muy claro lo que me habían hecho. Por suerte, unas horas más tarde han subido los doctores a la habitación y me lo han vuelto a explicar. Digamos que el fémur "chocaba" con el ligamento cruzado anterior (implante que me pusieron en la operación anterior), evitando que yo pudiera extender la rodilla. Así que han tenido que hacer unos recortes y sacar un trozo de fémur (sí, sí, de hueso). En cuanto a las adherencias, había muchas y entorpecían a diario los movimientos de la rodilla. De hecho, al principio de la operación pensaban que era lo único que tenía, y han pasado más de la mitad de la intervención quitándolas, pero al sacarlas todas se han dado cuenta que seguía sin poder estirar la pierna; lo cual les ha llevado al problema real: el choque del femur con el ligamento cruzado. EUREKA! 

Recién subida de quirófano. Siempre hay un motivo para sonreír.
Recién subida de quirófano. Siempre hay un motivo para sonreír.
En el punto de contacto (círculo) es donde han quitado el trozo de fémur.
En el punto de contacto (círculo) es donde han quitado el trozo de fémur.

A veces la vida te pone piedras en tu camino, en ocasiones obstáculos e incluso muros. Pero... ¿sabes qué? No importa; al fin y al cabo los contratiempos no dejan de ser eso... paradas que nos hacen perder un poco de tiempo para poder coger fuerzas y seguir luchando por lo que queremos. Así que nada, al menos yo seguiré luchando.

¡Hasta pronto!


 Miércoles 7 de septiembre


© 2015 Andrea Rius; Educadora, deportista y aficionada en superarse día a día.  
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